Este elegante tocador ha tenido diferentes vidas en sus casi 100 años de existencia. La última de ellas había sido transformado en cambiador de bebé, para lo cual se había desarmado el espejo y todo el mueble se había cubierto con varias capas de pintura plástica blanca. Así lo encontramos y, pese a su estado, nos dimos cuenta de que el mueble era muy coqueto y solo necesitaba que volviera a su ser.
Así lo restauramos
La pintura la decapamos, primero con decapante en gel y, después, con lija. Dejamos ese aspecto desgastado que veis en la foto, ya que era un trabajo ímprobo quitar toda la pintura para rescatar la madera.
El espejo estaba picado, así que lo sustituimos por uno igual, con cantos biselados como los antiguos. Volverlo a atornillar no fue ningún problema, pues afortunadamente los grandes tornillos que sujetan el espejo al mueble aún existían. Finalmente, los pomos los cambiamos por unos de Zara Home.
Una silla como nueva
Como teníamos un trozo de tela bastante grande, de la firma Gastón y Daniela, decidimos tapizar la silla, que también habíamos pintado y decapado previamente.
Y un último detalle
Recortamos unas piezas de conglomerado fino, del tamaño del fondo de cada cajón, los forramos con la misma tela y los colocamos dentro, de manera que los cajones quedan perfectamente forrados en su interior. Por fin, hemos devuelto el tocador a sus orígenes. Fotos: Decoratrix.
